miércoles, 14 de enero de 2009

Gustavo Adolfo Bécquer - LXXXIII

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Nadie supera a Bécquer
en el romanticismo poético,
en la claridad de su inspiración,
en la grandeza musical de sus versos.



Rima LXXXIII

Negros fantasmas,
nubes sombrías,
huyen ante el destello
de luz divina.
Esa luz santa,
niña de los ojos negros,
es la esperanza.


Al calor de sus rayos,
mi fe gigante
contra desdenes lucha
sin amenguarse
en este empeño
es, si grande el martirio,
mayor el premio.


Y si aún muestras, esquiva,
alma de nieve;
si aún no me quisieras,
yo he de quererte.
Mi amor es roca
donde se estrellan tímidas
del mar las olas.

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