sábado, 3 de enero de 2009

Gustavo Adolfo Bécquer - rima LXV

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Abandonado y olvidado del mundo,
nuestro poeta se queja desgarradoramente
en este poema magistral y único.


RIMA LXV

Llegó la noche y no encontré un asilo,
¡y tuve sed...!, mis lágrimas bebí;
¡y tuve hambre! ¡Los hinchados ojos
cerré para morir!

¡Estaba en un desierto! Aunque a mi oído
de las turbas llegaba el ronco hervir,
yo era huérfano y pobre... ¡El mundo estaba
desierto... para mí!

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